Laura Clisánchez – 9 de julio 2023
Familia, trabajo y tradición son las primeras tres palabras que mencionan los productores cuando se les pregunta qué significa para ellos el cacao.
De Bolívar, por ahora, sale el grano como materia prima para otros estados del país, pero en la entidad hay artesanos de chocolate que trabajan para darle un valor agregado al rubro que con esfuerzo trata de hacerse un lugar dentro de la estructura agroalimentaria del estado minero.
Licor, manteca, polvo y barras de chocolate son parte de una lista interminable de productos que pueden salir del cacao que se siembra desde el Alto Caura hasta La Paragua.
Parte del cacao que sale de las haciendas de la vía a El Pao es el que luego José Manuel Monzón, productor oriundo de Barlovento y chocolatier, utiliza para hacer barras de chocolate artesanal en su unidad de transformación Cacao Cerro Azul, la única fábrica de chocolate local ubicada en Puerto Ordaz, en la que se hacían postres con el cacao que se cultiva en los predios de los municipios Caroní y Piar.
Cerro Azul intentó consolidarse hasta que la pandemia por COVID-19 los obligó a cerrar sus puertas en 2020. Ahora trabajan por encargos.
Monzón señala que es necesario que los productores criollos e indígenas que en este momento trabajan en condiciones precarias, comiencen a involucrarse en el proceso de transformación del cacao que cultivan. Aunque para ello requieren un músculo financiero con el que no cuentan.
Estamos acostumbrados a que no valoren nuestro trabajo en el campo, y a no estar involucrados con lo que hacen con nuestro grano después de que sale de la hacienda pero, si yo lo cultivé, ¿por qué no lo puedo procesar? Podemos formarnos para darle un valor agregado a lo que producimos, si nos tecnificamos, y buscamos asistencia científica”, dice.
“De aquí puede salir cacao F1 o F2 quizás no en gran cantidad, pero puedes elaborar productos por lote para que salgan en mercados internacionales y que tengan precios muy buenos, después de que aprendamos todos los productores a garantizar la trazabilidad”, agrega.
Los términos F1 Y F2 que menciona Monzón son clasificaciones utilizadas para definir la calidad del cacao. El cacao F1 es cacao fino de primera, es decir, compuesto por granos híbridos que pasaron por un proceso específico de fermentación y secado. El cacao F2, por otro lado, tiene una calidad inferior porque el proceso de fermentación quedó incompleto o no se terminó, pero sigue siendo bueno. Ambas clasificaciones están contempladas en la Norma Venezolana COVENIN 50:2018 para granos de cacao.
Lucimar Moreno, por su parte, además de ser productora de cacao en Guarataro, procesa su propio chocolate bean to bar (del grano a la barra) en la cocina de su casa, en Ciudad Bolívar.
Acaba de culminar el diplomado de chocolatería avanzada de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y volvió con ganas de formar a otras mujeres de su comunidad para que se involucren en la cadena de transformación del cacao que se produce en Guarataro.
Por ahora de su cocina salen hasta 100 barras de chocolate de 45 gramos al mes, en mayoría, amargo al 75% y 80%, una producción pequeña que aspira expandirse. “Mira, tenemos un sueño, y es darle valor a lo que sale de nuestro territorio para que la gente entienda que somos nosotros quienes tenemos que cuidar de la tierra que nos alimenta. Podemos aprender a producir de forma orgánica, y transformar en otro producto para ser nosotros, y no otros, quienes impongan el precio, y pongamos a Bolívar en el mapa cacaotero de Venezuela”, expresa.
“Incluso el F2 de Guarataro es bueno, porque tiene aroma a pesar de que no está fermentado bota matices y sabores muy marcados, además de la coloración rubia característica acriollada. Podemos traer mayor inversión a nuestro territorio y generar una economía local con desarrollo sustentable ”, concluye.
El presidente de la Asociación de Productores de cacao en Bolívar, Albe Gorrín, señala que cada vez más productores se suman al cultivo de cacao en la región. A su juicio, más allá de beneficios económicos perciben un interés cultural, sobre todo para la elaboración de chocolates.
Hemos sido ignorados en las tomas de decisiones del poder porque al final de cuentas somos los productores los que estamos llevando todo el peso. Al final de cuentas cuando te comes una barra de chocolate va implícito todo el trabajo que eso conlleva”, reflexiona.
El cacao toma cada vez más popularidad entre los productores en Bolívar, quienes trabajan arduamente para darle un valor agregado al rubro y hacerse un lugar dentro de la estructura agroalimentaria.
A pesar de las dificultades que enfrentan, como el cierre de fábricas debido a la pandemia y la falta de financiamiento, los productores y chocolatiers locales no pierden la esperanza de que puedan involucrarse en todo el proceso de transformación del cacao y generar una economía local con desarrollo sustentable que permita resarcir el mal uso de las tierras.
Este es un trabajo producido por la Red de Periodistas de la Amazonía Venezolana