Capítulo I:

El Dorado y la tierra del cacao

El cacao es originario de la cuenca Amazónica. La memoria histórica demuestra que los estados que componen la región Guayana tienen un potencial ancestral para el cultivo del cacao aunque hoy no se les reconozca como importantes productores del grano.

Laura Clisánchez – 9 de julio 2023

 

Puede la gran cantidad de cacao que producen las cabeceras de este río (el Orinoco) ser un ramo de comercio que fomente la población y haga opulento a este país” –

Manuel Centurión, gobernador y comandante general de la provincia de Guayana, (S. XVIII).

Tras las pistas de El Dorado, exploradores del siglo XVIII hallaron en la entonces provincia de Guayana – subestimada por la corona española por su difícil acceso y ubicación remota -, el potencial para el cultivo de un fruto bien cotizado y clave para las potencias europeas: Theobroma cacao, el alimento de los dioses. El fruto crecía fuerte y en grandes extensiones en las entrañas de la selva inexplorada, a lo largo del río Orinoco. 

Aunque desde el Yuruari hasta el Cuyuní hay hierro, oro, diamantes y demás metales preciosos, hay quienes en su momento pensaron en Guayana como, además de una fuente de riquezas minerales, una potencia exportadora de commodities agrícolas como el cacao con la antigua Angostura (actual Ciudad Bolívar) como principal puerto de exportación en la región sur. 

Una de estas personas fue el gobernador y general de la provincia de Guayana (1766-1776), Manuel Centurión. Centurión se refería a Guayana como tierra de inmensos cacaotales. Sobre el cacao, Centurión intentó fundamentar parte de la economía de la región que hasta la actualidad no forma parte de la ruta tradicional del cacao en Venezuela. 

 

Exploró los inmensos cacaotales, y para el cultivo y comercio de sus frutos pobló y asentó a los indios salvajes de aquellos territorios. Para ello envió comandantes y misioneros capuchinos”,

[Guayana y el gobernador Centurión, González C. María Isabel, 1984].

La historia registra que el general exploró los cacaotales, y para el cultivo y comercio del rubro fundó 52 poblaciones entre indígenas y no indígenas a lo largo del Orinoco, y para ello utilizó a las misiones capuchinas. 

Su visión era trazar un camino para conectar Alto Orinoco con Bajo Orinoco para el traslado del cacao que se producía en La Esmeralda (Alto Orinoco, Amazonas) hasta el Alto Caura (municipio Sucre de Bolívar), con la capital de Guayana, Angostura, como principal puerto de exportación. 

La motivación era clara: traer inversión y migración hacia la región que por su baja densidad poblacional era blanco fácil para la invasión de holandeses, portugueses e ingleses. Entonces el cacao también fungió como estrategia de defensa. 

Un censo que data de 1773 revela que solo en La Esmeralda había 49 familias a las que se les otorgó 100 hectáreas de cacao que se traducen en 147 mil plantas sembradas.

El cacao era símbolo de poder y estatus para las potencias europeas. Con sus almendras no solo se hacía el manjar del chocolate, sino que también, en algunas comunidades indígenas de las Américas se utilizaba como moneda para transar. 

Antes de Centurión, otras autoridades políticas ya habían puesto interés a explorar el Orinoco no sólo para establecer límites fronterizos entre el actual Brasil y el Esequibo, sino también en busca de oro y cacao silvestre, como el cuarto comisionado de la Expedición de Límites del Orinoco, José Solano y Bote, que envió a figuras como Francisco Fernández de Bobadilla y Apolinar Díez de la Fuente a dirigir exploraciones y negociar con los indígenas. 

Para la exploración de los cacaotales, los indígenas yekuanas fueron (siguen siéndolo), una pieza clave. Los yekuana necesitaban protección de sus enemigos, indígenas Caribe que los secuestraban para venderlos como esclavos a holandeses y portugueses. 

Entonces, una solución para tal zozobra fue intercambiar la protección de los conquistadores españoles, por alimentos y guía para sobrevivir en el territorio considerado como hostil por sus condiciones climáticas y ríos de difícil navegación. 

La alianza entre yekuanas y españoles se selló en Angostura, en un encuentro entre el gobernador de Guayana, Joaquin Moreno de Mendoza, y las autoridades indígenas en 1760. Pactaron, según la tradición oral yekuana, con sesenta canastos de cacao, su cultivo ancestral. 

Aunque ni antes ni ahora Guayana ha sido considerada oficialmente como zona cacaotera, evidencias históricas señalan que los múltiples brazos del Orinoco eran escenarios del contrabando del grano que salía en embarcaciones hacia diferentes destinos inciertos. 

 

De hecho, en el Caribe, los holandeses monopolizaron el comercio del cacao y tabaco venezolano. Una investigación que ordenó el rey Carlos III sobre el contrabando de cacao en Venezuela (en el siglo XVIII) señala que de 65 mil quintales de cacao que salieron de Venezuela, dos mil se exportaron legalmente a España. 

Algunos historiadores e investigadores señalan que había un interés político y económico en ocultar el potencial cacaotero de la región:

“Es que el cacao era altamente cotizado, por eso no lo declaran como propósito en la expedición de límites por el Orinoco. Hay referencias muy vagas sobre la calidad del cacao que se produce aquí en Guayana, es posible que hubiese la intención de los grandes cacaos de que no hubiera competencia… Hay que cuestionarse: ¿Qué hubo detrás del hecho de que Ciudad Bolívar no se consolidara como un puerto de exportación de cacao, siendo el tercero más activo de Venezuela en la época? Intereses”, opina Diego Navas, investigador y guía turístico de Ciudad Bolívar. 

“El proyecto fracasó, evidentemente. Pero sería interesante retomar la idea, aprovechar el cacao como fuente de riqueza en un intento por cambiar la relación que tenemos con el ambiente… Eso no pierde vigencia hasta hoy, sigue siendo una urgencia posicionarnos tierra adentro, no bordear por el Orinoco. Seguimos desconectados, Amazonas y Bolívar siguen siendo los estados más grandes y menos densos poblacionalmente. Si la gente no ocupa el territorio con producción agrícola, lo hará la minería ilegal, el contrabando y demás, como vemos que ya sucede”, señala. 

El proyecto de Centurión fracasó tras los intentos de evangelización de los capuchinos a los indígenas, y un cambio en los intereses de la corona española para con la provincia de Guayana, y la posterior guerra de independencia.

En la actualidad, la Asociación de Productores de Cacao de Bolívar estima que el cacao que se produce en el medio Caura, hábitat de los indígenas  yekuanas, es único y que merece ser estudiado y replicado. 

Para sacarlo de la montaña y venderlo a un precio muy bajo en Maripa, la capital del municipio Sucre, los yekuana tardan al menos una semana de navegación por el Caura. “Su cacao es único, y de lo mejor que hay en Venezuela. Ese es un punto importante de investigación para replicar esa producción”, manifiesta Albe Gorrín, presidente de Asocacao Bolívar. 

“El cacao es originario de la cuenca Amazónica, nunca perdió su presencia. Está metido en las montañas, en las comunidades indígenas, estamos haciendo un esfuerzo para rescatar esa tradición pero no ha sido fácil”, expresa. 

El Alto Caura es una zona de reserva natural amenazada por la expansión de la minería ilegal y la violencia que trae consigo. En ese contexto, aún en la actualidad, los indígenas echan mano del cultivo del grano para robustecer su economía, pese a que compiten en desventaja por el monopolio de intermediarios y el avance de la deforestación para el cultivo de otros rubros ante la demanda de alimentos que implica la actividad minera en el territorio. 

Gorrín destacó que por más de 100 años Bolívar tuvo tradición cacaotera, y las comunidades indígenas tienen, hasta la actualidad, un papel protagónico en el cultivo de este producto.

De hecho, uno de los 15 mejores cacaos que seleccionó la Corporación Socialista del Cacao para concursar por una exhibición en el Salón del Chocolate de París tras el International Cocoa Award de este año, es una muestra de Bolívar, procesada por indígenas piaroa de la comunidad Alto Sapoare en Alto Orinoco, municipio Cedeño. 

“No es algo que hemos anunciado públicamente todavía, pero aprovecho informar. Esta muestra demostró un alto nivel de calidad por su sabor y aroma frutal”, expone Giovanni Silva presidente de la Corporación Socialista del Cacao.  

El entusiasmo del anuncio contrasta con las exigencias de los productores de cacao en la zona, quienes han denunciado en reiteradas ocasiones y por al menos una década que, pese al potencial del grano que se cultiva, el Gobierno no protege ni incentiva su producción frente a la competencia desleal por el uso de la tierra de otras actividades económicas como la minería. 

El cultivo de cacao en Bolívar es centenario, y a lo largo del tiempo su producción ha crecido en nichos como en Guarataro, Sabana de Cardona, Parguaza, Guaniamo, La Paragua y El Buey.

“Mucha gente aún desconoce que nuestro estado fue un importante productor de cacao y de café. El café entró a Venezuela por Guayana, por las misiones de Caroní, y se extendió al resto de la provincia. El cacao es originario de la cuenca Amazónica, nunca perdió su presencia. Está metido en las montañas, en las comunidades indígenas, estamos haciendo un esfuerzo para rescatar esa tradición pero no ha sido fácil”, concluye Albe Gorrín, presidente de la Asociación de Productores de Cacao del estado Bolívar (Asocacao). 

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA 

  • González, María Isabel (1984). «Guayana y el Gobernador Centurión».
  • Ramos, P. Demetrio (1946). El tratado de límites de 1750 y la expedición de Iturriaga al Orinoco.
  • Iribertegui, A. Ramón (1987). Amazonas: el hombre y el caucho, segunda edición
  • Caballero, A. Hortencia (2014). Desencuentros y encuentros en Alto Orinoco

 

Reportería y textos:
Laura Clisánchez

Edición:
Óscar Murillo Hernández
Marcos David Valverde
Diseño y Montaje:
Roberth Delgado  

Fotografías: 
Laura Clisánchez
Matilde Hernández
Joelnix Boada  

Redes sociales:
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Este es un trabajo producido por la Red de Periodistas de la Amazonía Venezolana