Gelato del Cielo: un pasatiempo convertido en fábrica de helados con sello guayanés

Gelato del Cielo se consolidó durante una alarma sanitaria mundial que paralizó la economía. A sus 26 años, Jhoanna Salazar erigió la fábrica de helados liderada por mujeres que resiste a un contexto económico hostil y pretende expandirse a todo el país.

Por Laura Clisánchez

En mayo de 2020, pocos meses después de haberse decretado en Venezuela la alarma sanitaria por la pandemia de COVID – 19 que más tarde provocaría el cierre de 1.200 empresas en Venezuela, fue justo la fecha en la que, en una pequeña cocina de Ciudad Guayana, comenzó a fraguarse lo que pronto se convertiría en una fábrica de helados artesanales dirigida y administrada por mujeres: Gelato del Cielo.

Lo que hoy es una fábrica de helados con dos heladerías y 30 aliados comerciales en Ciudad Guayana y Barcelona (estado Anzoátegui), comenzó hace tres años con una pequeña máquina de 2 litros de capacidad sin sistema de enfriamiento que, por cierto, fue el regalo que Jhoanna Salazar, joven de 26 años y fundadora de Gelato del Cielo, le hizo a su mamá por el día de las madres.

“Yo nunca pensé que un regalo del día de las madres se iba a convertir en la empresa que somos hoy, estos no eran mis planes. Nadie nunca lo imaginó”, comenta.

¿El primer helado? Una mezcla de crema pastelera con Ovomaltina (una pasta de chocolate para untar de origen suizo que está compuesta por malta, leche, huevos y cacao) que no cumplió con su propósito: ser el relleno de los profiteroles que serían el postre principal de esa festividad. 

“La crema no me resultó, ¡hice una olla gigante! Mi mamá preguntándome que qué hacíamos con eso y pues la pusimos en la máquina de helados que le compré. No es una fórmula de helado, pero se va a congelar y eventualmente sería un helado”, cuenta Jhoanna, riéndose. 

 A sus 26 años Jhoanna Salazar erigió su propia empresa: una fábrica que promete marcar la pauta de la industria del helado en la región Guayana

De pasatiempo a empresa

Para su sorpresa, todo el que probó aquella mezcla inesperada quedó con ganas de más. Fue entonces cuando Jhoanna comenzó a ver recetas en internet y ponerlas en práctica como hobby, para sobrevivir al tedio de la cuarentena. 

“Comenzamos a adaptar lo que veíamos en internet a la realidad de Venezuela, es decir, ¿qué hago con lo que tengo?”, comenta. 

Fue en la urbanización Altos de Caroní en Puerto Ordaz donde todo comenzó. Pronto corrió la voz de que en aquella casa preparaban helados por encargo, con un sabor que superaba las expectativas de quien lo pedía. 

“Comencé a hacer helados con mi mamá, nos dimos cuenta de que a la gente le gustaban mucho nuestras recetas, comenzaron a hacernos encargos, lo que queríamos era vender helados en la urbanización mientras tanto”.

La base de operaciones eran dos mesones y una máquina con capacidad para hacer cuatro litros de helado al día. Para cada tanda había que esperar unas 18 horas de congelación. Muy pronto, la mitad de la casa la ocuparon congeladores y neveras. “Mi mamá se levantaba a las 4:00 am para hacer el primer helado y yo me paraba después para hacer el otro, porque la máquina había que meterla en el congelador. Pasábamos todo el día haciendo helados”. 

Como para entonces el encierro era la norma, Jhoanna buscó la forma de llevar el helado a domicilio, y pese a las restricciones de combustible, lo logró. Asegura que además del sabor, fue el delivery lo que hizo crecer la empresa tan rápido. “La gente estaba encerrada y bueno no era común que te llevaran un helado por delivery. Los negocios comenzaron a llamarnos y era una locura, porque con esa maquinita pequeña no teníamos capacidad”. 

Migración interrumpida

La ahora empresaria estudió gastronomía en la Universidad de la Sabana, en Bogotá, Colombia. Sus planes eran graduarse y, como la mayoría de los jóvenes, forjar su destino en otras latitudes, lejos de Venezuela por la crisis económica y política que atraviesa.

Pero la pandemia de COVID-19 y el éxito de los helados que preparaba en la cocina de su mamá, cambiaron sus planes. Mientras cursaba el penúltimo semestre de la carrera, tuvo que regresar al país y terminar carga académica de forma virtual. Aún así, ella esperaba poder irse a España para trabajar en alguna empresa gastronómica cuando terminara la pandemia.

Dirigida y administrada por mujeres, Gelato del Cielo creció en el momento más crítico de la pandemia por COVID-19. Liderado por una joven de 26 años, el negocio familiar se mantiene en pie con la promesa de expandirse a todo el país. Ciudad Guayana

Gelato del Cielo provocó un giro en la trama de su vida.

“Yo me veía en España. Siempre me vi trabajando, viajando mucho, pero los planes cambiaron y estoy feliz de que haya pasado así. Estoy feliz con lo que soy y lo que tengo, siento que Gelato del Cielo tiene mucho potencial para seguir creciendo y expandiéndose a otras áreas”, asegura. 

A la pequeña máquina con la que comenzó todo se le sumaron dos más para poder hacer, al menos, 12 litros de helado al día. Hasta que, con dinero prestado de sus padres, Jhoanna fue invirtiendo en maquinaria de mayor capacidad y dos años después, en agosto de 2022, logró mudarse a un galpón propio para consolidar su fábrica en la que ahora puede producir 200 litros diarios de helado.

“No es un proceso lineal, no es que las cosas cayeron del cielo. Es que nos han pasado muchas cosas y hemos aprendido (…) tener la fábrica, una sede como tal ha sido uno de los mejores momentos porque siempre trabajamos en la casa de mi mamá, no podíamos contratar más personal porque no había espacio para ello. Y lograrlo me hizo sentir orgullosa de que el trabajo lo estábamos haciendo bien y que el público nos aceptó tanto que pudimos salir de esta casa y tener una fábrica”.

Hoy, Gelato del Cielo está conformado por 17 trabajadores, todos familia. “Al ser una empresa familiar las ganas de que la empresa crezca es de todos. Todos luchamos por llegar a la meta que tenemos ahorita”, dice Jhoanna. 

Su madre se encarga del área administrativa, su padre es el control de calidad por excelencia al igual que su hermano menor, quien atiende la heladería ubicada en Los Mangos. Sus primas, tía y hermana trabajan en la fabricación de los helados, y su suegra en el horneado de galletas y bizcochos que se utilizan para los helados. 

Otra pieza fundamental para Jhoanna es quien actualmente es su esposo. “Nos conocimos haciendo helados, ha estado conmigo en esto desde el día 1. Él me llevó a comprar la primera máquina para mi mamá y después de eso es quien se ha encargado de las obras de ingeniería de la empresa, repara lo que haya que reparar y adecuó el galpón para que fuese una fábrica de helados (…) dejó a un lado su trabajo para meterse en este mundo de los helados conmigo”, dice. 

Su familia es su equipo. De ahí su creencia de que gran parte del éxito de alguien depende de rodearse de las personas correctas.

“Yo soy la dueña, pero a mi lado hay gente con muchísimas ganas de que Gelato del Cielo siga creciendo. Todos han estado muy presentes”, enfatiza. 

La empresa tiene 10 sabores de helado registrados y 24 en general si se incluyen las ediciones especiales. La meta actual es expandirse a todo el territorio nacional y crear una línea de helados para personas que no pueden consumir azúcar o glúten.

“Las oportunidades están ahí, en una idea, en un sentimiento, en un sueño…”

En Venezuela, la migración de jóvenes supera el millón porque no ven oportunidades en el país para alcanzar sus objetivos. Un millón de jóvenes entre los 15 y 29 años han emigrado desde 2013 de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Juventud (ENJUVE), hecha por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

 

44% de los jóvenes encuestados por la Enjuve prefieren quedarse a pesar del contexto hostil. 

A sus 26 años Jhoanna Salazar logró consolidar su empresa, y forma parte de ese 44% de jóvenes que, al menos por ahora, se queda y resiste. Cuando se le pregunta si se iría de Venezuela, con un rotundo ‘no’ asegura que, por ahora, en su país sigue viendo oportunidades a pesar de la crisis. 

 “A veces el panorama se ve poco favorecedor para los jóvenes pero mi experiencia me ha enseñado que las oportunidades están ahí, en una idea, en un sentimiento, en un sueño”, expresa. 

“Muchas veces están donde no las vemos y creemos que no hay opciones, pero he aprendido que Venezuela sigue siendo una tierra de oportunidades, solo qué tal vez no están tan palpables como en otros tiempos, pero están, existen y se pueden materializar con trabajo arduo, con dedicación y rodeada de personas que tengan aspiraciones similares a las tuyas”, dice con convicción.

 

Los principales retos de las empresas en el estado Bolívar son la caída del consumo, cierre por fiscalizaciones y falta de capital de trabajo de acuerdo con la Encuesta de Percepción Empresarial de Fedecámaras Bolívar. 

El incremento de la presión tributaria, limitaciones de financiamiento bancario, mercados reducidos, saturados y altamente competitivos, inestabilidad cambiaria y tanto aumento de tarifas como mal funcionamiento de servicios públicos contribuyen con la migración de empresas al sector informal de la economía.

Los empresarios que deciden permanecer en el país y en la formalidad intentan navegar en ese contexto. 

“Siempre imaginé tener mi propia empresa pero honestamente nunca a esta edad. Yo pensé que a esta edad iba a estar trabajando para alguien más y aprendiendo para luego yo tener mi empresa, pero bueno la vida y yo misma tal vez me puse en esta situación de que me tocó ser empresaria ya teniendo la empresa”.

“Es una experiencia llena de retos porque evidentemente hay muchísimas cosas que yo desconozco, tanto en el mundo de las negociaciones, en el manejo de personal, en el mundo laboral… pero también siento que al estar rodeada de personas, tal vez con un poquito más de experiencia, que quieran lo mismo que tú, que estén en sintonía contigo, que quieran que la empresa crezca, hace la diferencia”. 

Jhoanna siguió el ejemplo de sus padres, ambos con empresas consolidadas y con una trayectoria de más de 20 años en la región. “Mis padres han salido adelante desde cero, desde abajo. Lucharon por tener sus propias empresas y las han sabido manejar por más de 20 años. Yo creo que el tener ese ejemplo y tener esos consejos de parte de ellos ha hecho que esta experiencia de ser una empresaria a esta edad sea más llevadera”, asegura.

El éxito es más una montaña rusa que una autopista lineal 

Las mejores creaciones de Gelato del Cielo surgieron después de graves errores y momentos difíciles.

¿El primer helado? Una mezcla de crema pastelera con Ovomaltina que no sirvió como relleno de los profiteroles que serían el postre principal de la celebración del día de las madres de mayo de 2020.

El helado de torta tres leches – un postre que consiste en un bizcocho bañado en leche evaporada, leche condensada y crema de leche – cuyo origen se lo disputan más de tres países de América Latina –  es otro de los más aclamados por los clientes de Gelato. El sabor surgió luego de la pérdida de un encargo de 40 mini tortas frías. 

“Mi papá siempre trabaja entre la noche y la madrugada. En una de esas se levantó a comerse un postre y sin querer dejó la nevera abierta. En esa nevera había un encargo de mini tortas frías variadas que al otro día se dañaron. Encontré a mi papá en el mueble con las manos en la cabeza y casi llorando, pidiéndome disculpas. Total que nos pusimos a vaciar los envases, y preparar algo nuevo. En el proceso se nos ocurrió probar una de las tortas frías derretidas, la que tenía helado de caramelo. Vimos que, combinado con el bizcocho, no sabíamos por qué, sabía a torta tres leches entonces estudiamos y formulamos para hacer un helado con ese sabor. Pero la idea surgió así, una torta que se descongeló y al derretirse humedeció el bizcocho”, relata Jhoanna. 

Y ni hablar de cómo lograron controles sanitarios más rigurosos después de encontrar trozos de plástico en uno de los helados. “En ese entonces compramos una máquina y la máquina desprendía plástico de las aspas y no nos habíamos dado cuenta hasta que una persona nos dijo que consiguió plástico en su helado. En ese momento pensé que mi empresa se había arruinado para siempre porque eso es súper peligroso. A partir de eso aprendimos a ser más cuidadosos”. 

Créditos

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Textos:

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