Por Jhoalys Siverio
«¡¡Hola!! Hemos vuelto por ahora con Delivery, muy pronto en nuestra histórica sede». Esta publicación en Instagram desbloqueó los recuerdos de diferentes generaciones de guayaneses al recordar la lonchería Monyca o Mon y su menú de arepas, empanadas, bebida achocolatada y las salsas. Los desayunos después de una noche de fiesta o un domingo en familia, hacen parte de esos recuerdos.
Hace 44 años, Carola Pinto de Bautista y su esposo Edmond Bautista llegaron de Colombia a Ciudad Guayana. Junto a ellos vinieron sus dos hijos de 3 y 14 meses.
Carola apenas tenía 24 años cuando llegó a Venezuela. De hecho, afirma sentirse venezolana y guayanesa.
«Estábamos viviendo en Colombia una situación parecida a la que ahora se vive acá, por la inseguridad, el costo de vida. Estábamos recién casados y mi hermana ya se había venido para acá y le gustó, le estaba yendo bien. Era una ciudad que tenía todo por hacer. Mandamos los pasaportes y nos estamparon la visa de transeúntes, no fuimos turistas aquí», recuerda Carola.
Estando en tierras guayanesas, su esposo trabajaba en refrigeración y ella vendía ‘raspados’ o ‘cepillados’ a las afueras del supermercado Santamaría, en el sector de Los Olivos, en Puerto Ordaz.
Desde el primer día tuvieron la aceptación de la gente. Su esposo dejó de trabajar en refrigeración por inconvenientes son el socio y fue entonces cuando deciden vender empanadas.
«Yo las hacía en el apartamento, unas 50, las metía en una cavita y cuando él llegaba a vender las empanadas ya había cola para comprar. Luego nos mudamos a un trailer pequeño, lo cambiamos tres veces. Tuvimos algunos inconvenientes con la Asociación de Vecinos, en una época querían sacarnos», contó.
Pero la perseverancia contribuyó a que hace unos 35 años naciera Mon. Y aunque estuvieron un tiempo inoperativos, hoy se reactivan y siguen apostando por Guayana a pesar de una trágica pérdida familiar.
La mañana del 13 de marzo de 2015, Edmond Bautista, de 61 años, fue asesinado por desconocidos cuando acudía a buscar a unos empleados para abrir su negocio. Este hecho conmocionó a los guayaneses.
Su familia intentó por un tiempo seguir adelante con el negocio que erigió el «señor Mon», pero Carola admite que estar allí no era fácil para ella. Entonces se tomaron una pausa. Solamente su hija Claudia y su nieta se fueron del país. Incluso, la lonchería Mon llegó hasta Miami, aunque de momento también está pausa el negocio. El resto de la familia se quedó en Ciudad Guayana.
¿Qué los motiva a seguir en Guayana? Esta pregunta también se la hacen los clientes. Carola sin dudarlo responde: «me motiva el cariño de la gente, porque por mi negocio pasaron casi cuatro generaciones de muchachos. Mon se volvió para nosotros una familia con los clientes. Lo veíamos así.
Era tanto el amor que mi esposo sentía por sus clientes que si uno le decía: ‘hoy no abramos’. Respondía: ¡¿cómo se le ocurre?! Eso es una falta de respeto para el cliente que venga de lejos a comer y que a Mon no le provocó abrir».
Carola hasta recuerda la anécdota de un bebé cuya primera palabra fue Mon. «Iban pasando por el negocio y el niño decía: ¡Mon, Mon! Claro, es que muchos iban desde su noviazgo, luego se casaban, tenían hijos y seguían yendo a Mon. Más que la ambición de hacer dinero, era el cariño que sentíamos que el cliente nos daba».
Y es que Carola afirma que eso fue lo que más le gustó cuando llegó a Ciudad Guayana hace ya 44 años, su gente.
«En Guayana me siento como si tengo una casa grande en la que vivo con todos. Soy feliz aquí», afirma.
«Para mí Venezuela, y Guayana en especial, es algo que tengo que agradecer porque lo que soy, lo que tengo, se lo debo al esfuerzo que uno hace pero también porque se me facilitaron muchas cosas. Tan es así que yo fui a Colombia porque tenía un apartamento allá, a ver si me quedaba, y no pude», agrega.
Por ello, Carola defiende a Venezuela como si fuera su país de origen.
«Peleo. A pesar de que estemos viviendo y hayamos vivido momentos difíciles, no me gusta que hablen mal de Venezuela. La defiendo a capa y espada. No podemos ser desagradecidos con un país que nos dió tantas cosas y que vivíamos tan felices. Bueno, con todos los problemas que tengamos, yo soy feliz aquí», sostuvo.
Para Carola, la crisis que vive Venezuela la enfrenta en algún momento otros países, como fue el caso de Colombia cuando decidieron emigrar con sus dos hijos.
«Yo lo que les digo es que luchen por este país, que es un país muy bonito, muy próspero. Hay que tener constancia en lo que se emprenda y no pensar que uno se enriquece en uno o dos años.
Yo trabajé con mi esposo casi 40 años y vivíamos bien, pero lamentablemente ahorita los jóvenes quieren tener dinero ya y sin trabajar. Tienen que aprender a querer a este país que todavía tiene mucho que dar», dijo convencida en la recuperación de esta región.
Carola también insta a su nuera a aprender del negocio, pues le gustaría que Mon siguiera por otras generaciones. Sus nietos también están emocionados de ese regreso y orgullosos de que los conozcan como «el nieto de Mon».
–Si regresara en el tiempo y tuviera oportunidad de elegir a dónde emigrar, ¿volvería a elegir a Guayana?
-Volvería a elegir a Venezuela y a Guayana especialmente.
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